
Raras vacaciones – Relato de Mª Luisa Illobre

Su nombre era José Antonio, Toñi para su pequeña familia. No tenía hermanos y como hijo único fue criado con demasiado cariño, especialmente de su madre, y a pesar de las recomendaciones del padre, el niño se iba haciendo demasiado consentido.
Acudía al colegio de los hermanos Maristas en Cuenca y el Padre Ángel era el mejor y casi único amigo que Toñi tenía. Un día cerca de la primavera, fueron llamados los padres por el profesor, y fueron informados de que el niño debía asistir durante las vacaciones a un campamento, con el fin de solidarizarse con otros niños de su edad. Acordaron que unos días con los Scouts le vendrían bien, a pesar de la desaprobación de la madre. Así se hizo, y a los diez días Toñi partía con un grupo de niños y niñas hacia las montañas de León. Se tuvo que hacer un esfuerzo para separarle de su madre, ya que igual uno que otro lloraron amargamente en la despedida.
La llegada fue caótica, llovía a raudales y los monitores tuvieron que montar las tiendas con gran esfuerzo. El niño estaba aterrorizado, aquello le parecía el fin del mundo. Fueron ordenando al grupo poco a poco. A Toñi le incluyeron con seis niños y niñas que, como ya habían acudido en otras ocasiones al campamento, aquello les pareció la aventura de su vida. Les pasaron un bocadillo y una botella de agua y les ordenaron que inmediatamente se introdujeran en los sacos de dormir, ya que por la mañana a las ocho debían izar bandera y cantar un himno, precisamente de los Scouts.
Toñi se acurrucó en un pequeño rincón de la tienda y se durmió rápidamente. Amaneció un día espectacular. El sol ya había salido y el bosque estaba iluminado por un fulgor increíble. Preguntó que donde se hacía pis. Se rieron de él y le contestaron: “en el primer árbol que encuentres, chaval”.
Pronto comenzó a oírse algo parecido a una trompeta y todo el grupo corrió a un claro del bosque donde había izada una bandera, e inmediatamente cantaron algo que Toñi no entendió. Después se saludaron todo el grupo con la mano en la frente y la algarabía fue general. El muchacho de la trompeta notó que aquel chaval se encontraba algo desplazado y le informó que después de asearse un poco en los baños portátiles, que se habían instalado durante la noche, debía sentarse en unas mesas enormes que debieron surgir también en la noche. Allí y también a toque de trompeta se serviría el desayuno que consistía en grandes contenedores de leche y también enormes hogazas de pan reciente que debieron llegar de madrugada.
Poco a poco también sus compañeros de tienda se hicieron más afables, sobre todo las chicas, quienes le informaron de que tenían excursión y partirían en media hora. Volverían a la hora de la comida. Aquello le maravilló. El bosque era algo que él no conocía y aparte de que le podía el miedo, pensaba que aparecería un oso y les atacaría, pero sus compañeros se reían de él. Al final la excursión fue algo espectacular.
A la vuelta la comida fue estupenda. Se sirvió en las mismas mesas inmensas de la mañana. Consistía en un guiso de carne con patatas que sirvieron en unos contenedores enormes, y grandes jarras de agua fresca. Todo estaba exquisito. De postre unos melones y sandías de gran tamaño.
Por la noche se preparó un fuego de campaña. Todos los grupos tuvieron que hacer un gran corro y cantaron hasta desgañitarse. También bailaron hasta casi el amanecer, cuando rendidos pudieron volver a meterse en sus sacos, pero para Toñi fue el mejor día de su vida. Los compañeros tocaron sus guitarras de maravilla.
El campamento duró diez increíbles días, con aventuras que el niño recordaría toda la vida. Fueron llamados a León todos los padres. Los jefes debían informar del resultado de cada chaval. En cuanto a los padres de Toñi los monitores se mostraron encantados con su comportamiento y advirtieron a los padres de que no se debe criar a un niño entre algodones. El chico reclamó los años siguientes su deseo de acudir al campamento de Scouts.
Han pasado quince años y ahora el Secretario Mayor de los Scouts es José Antonio Fernández Asín y regenta unos grupos de cincuenta chavales.