Los Mayores Cuentan

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Toreros. Relato de Mª Luisa Illobre

Toreros. Relato de Mª Luisa Illobre

Muchas gracias a Mª Luisa Illobre por un nuevo relato, esta vez en un escenario insospechado. Como siempre, se lee de maravilla y mantiene la atención hasta el final. ¿Qué moraleja podemos sacar? Se admiten sugerencias.

En aquella familia nunca se habló del arte de la torería. Era una cuestión que a nadie interesaba. Vivían en un pequeño piso de Sevilla, conduciendo el padre un coche de caballos que recorría todos los rincones, mostrando a los turistas toda la belleza que tenía la ciudad.

Pero Pascual, de once años, hijo suyo, era todo lo contrario. Asistía a clase a diario y su ilusión eran los Toreros. Tan pronto como terminaba la escuela volaba a ver los apartados en los que los toros, debidamente controlados con altas vallas, pacían en las dehesas. Siempre iba acompañado de su amiguete Paco, de los mismos gustos que él y allí soñaban con que algún día pudieran dar algún capotazo.

Uno de estos días Pascual se atrevió a pasar la valla y llamar a uno de los toros que se arrancó hacia él y tuvo que salir a todo correr, mientras Paco gritaba detrás temiendo que su amigo no llegara a ponerse a salvo. A la vuelta a casa su madre no comprendía el porqué su hijo tenía tal cantidad de arañazos y cardenales en el cuerpo.

Pasaron ocho años y Pascual seguía con su ilusión de ser torero, siempre con la oposición de la familia. Asistía a todos los apartados en los pueblos de los alrededores en los que luego se lidiaba alguna vaquilla y su valor era inmenso, todo lo contrario a su amigo Paco que el miedo le impedía siempre acercarse al toro.

En Febrero, en vista de un buen tiempo se preparó una corrida de novillos en Ronda  y por supuesto los dos amigos se encaminaron hacia allí. Los toreros que la componían eran tres de segunda fila, que por supuesto comenzaron con una faena desastrosa. Estaban espantados pues los animales, aunque  novillos, tenían una buena arrancada hacia los capotes, lo que hacía desaparecer a los toreros, y los silbidos y abucheos eran generalizados.

Pascual no lo pensó. En  un salto estaba en la plaza dando capotazos con el capote que arrancó al torero de turno. El poco público asistente comenzó a aplaudir y vitorear a Pascual que se fue enervando y tomando confianza con el novillo al tiempo que se acercaba a él. En uno de los pases fue enganchado por una pierna y su cuerpo dio unas cuantas vueltas en el aire, al tiempo que sangraba abundantemente. En la enfermería se apreció que tenía una pierna fracturada y dos costillas en mal estado.

Después de varios días en el hospital y con la pierna enyesada, Pascual comprendió que no le merecía la pena exponerse y pensar en ser torero. Siguió con sus estudios de mecánica y actualmente posee un taller de reparación de automóviles y su vida es tranquila.

Una lectora nos recomienda: El tren de los niños

Una lectora nos recomienda: El tren de los niños

Carmen Cendón nos recomienda un libro que tiene buenísma pinta. Escrito por una escritora italiana, ha tenido mucho éxito internacional.  ¡Muchas gracias, Carmen!

Quiero recomendaros un libro: El tren de los niños, de Viola Ardone. La historia se desarrolla en 1946. En el sur de Italia la vida está muy difícil y el Partido Comunista decide trasladar temporalmente a setenta mil niños para que se alojen con familias del norte.

El libro está contado por Amerigo, un niño que forma parte de una de las expediciones. Es muy ameno, se lee con ganas, pues cuenta desde que les dicen que van a ir al norte hasta los distintos lugares y las situaciones vividas.

Un relato ameno y conmovedor.

Está en las bibliotecas públicas y es gratis pedirlo con el carnet de biblioteca.

La carrera. Microrrelato de Ana Simal

La carrera. Microrrelato de Ana Simal

Muchas gracias a Ana Simal por este breve pero sugerente relato.

Estábamos todos inquietos, nerviosos, sabíamos que se acercaba el gran momento en el que la carrera iba a empezar.

Agitábamos nuestra cola esperando la señal convenida y al fin llegó: “¡preparados, listos, ya!”

Salimos en tropel, empujándonos unos a otros. Valía de todo, codazos, pisotones… Todos éramos conscientes de que en ganar nos iba la vida. En esa carrera no había ni segundos ni terceros puestos. Solo el ganador perviviría; los demás, en un espacio aproximado de cuarenta y ocho horas moriríamos.

Lo voy a conseguir, me dije emocionado. Pero a muy poca distancia de la meta un individuo fuerte y rápido se me adelantó.

Sé que no hay una segunda oportunidad, que voy a morir. ¿Por qué? me pregunto triste. Se está tan bien aquí… ¿Por qué ese despilfarro de individuos?

Prefiero no hacerme preguntas y rendirme a la evidencia: la vida de los espermatozoides es intensa, corta y efímera.

Calefacción.  Un texto de Mª Luisa Illobre

Calefacción. Un texto de Mª Luisa Illobre

Gracias a Mª Luisa Illobre por compartir esta reflexión tan personal e inspiradora.

En los días de Enero normalmente hace bastante frío, pero nunca nos acordamos de que en Agosto también pasamos mucho calor, o sea que nunca estamos conformes con lo que nos mandan las temperaturas.

Hay personas que lo soportan mejor y que siempre les viene bien todo. Por ejemplo, los del  norte reconocen que es normal estas temperaturas bajo cero con nieve, hielo y demás inclemencias. Todo tiene buena solución, 2 o 3 camisetas y otros tantos jerséis y a la calle.

En cambio los del resto estamos helados, nos parece que nunca hizo tanto frío y procuramos pasar por la calle irreconocibles ya que no se puede con la cantidad de ropa que se lleva encima, entre dos pantalones, varias camisetas, gorros y botas de borreguito. Aparte de que para sentarse, en cualquier momento hace falta una manta encima.

Como puede verse, nadie está contento con lo que le toca (si no es el gordo), pero como eso es imposible hay que pensar que a mal tiempo buena cara.

Yo por ejemplo estaría más a gusto con unas patas nuevas, pero como no me toca, pues a cojear como puedo. Hay cosas peores.

Un abrazo enorme para mi nieta la pintora.

Costumbres de mis dos pueblos – II

Costumbres de mis dos pueblos – II

Julián del Río nos trae aquí jugosas tradiciones sus dos pueblos -Carazo y Arauzo de Miel- esta vez relacionadas con el calendario de celebraciones religiosas, y todas con un punto en común: ¡los jóvenes se lo pasaban en grande!  

 LA VIRGEN PURA

Había un día en el que los chicos, los de catorce años y los de trece años, que estaban próximos a dejar la escuela, pedían por las casas del pueblo, donde les daban chorizo, morcillas, huevos, patatas, etc. Al llegar a la puerta, se cantaba una canción, que decía así:

Si dan una, por la Virgen pura,

Si dan dos, por la madre de Dios,

Si dan tres, por San Ginés,

Si dan cuatro, por San Marcos,

Si dan cinco, por San Jacinto,

Si dan seis, por San Andrés,

Si dan siete, por San Silvestre,

Si dan ocho, por la burra del tío Pocho,

Ángeles somos, del cielo venimos,

Huevos pedimos, para Jesucristo,

Que viene por el camino,

Con la cruz a cuestas,

Amén Jesús.

Esto se hacía en Araúzo de Miel, el pueblo donde me crié, el Lunes de Pascua.

EL DOMINGO GORDO

Pero lo mismo se hacía en Carazo, que es el pueblo donde nací, se hacía el Domingo de Ramos y se llamaba Domingo Gordo.

También en Carazo, era costumbre que la noche de Todos los Santos, al Día de Difuntos, las campanas se tocaban toda la noche en intervalos de media hora, esta labor les correspondía a los mozos que entraban en quintas ese año, lo celebraban comprando generalmente una machorra, que no es otra cosa que una oveja estéril, y la comían en la cocina que había en el ayuntamiento, bien a las ascuas o guisadas con patatas. Cada media hora subían de dos en dos a voltear las campanas, hasta el alba, pero mientras quedara comida seguían, de tal manera que, alguna vez han estado hasta tres días celebrándolo.

Costumbres de mis dos pueblos – I

Costumbres de mis dos pueblos – I

Muchas gracias a Julián del Río por traernos recuerdos de su infancia en Carazo y Araúzo de Miel, dos localidades burgalesas repletas de tradiciones ancestrales.

LOS  CARNAVALES

Cuando llegaba la cuaresma, y antes de que no se pudiera comer carne, sobre todo los viernes, se celebraban los carnavales, que eran muy sencillos, ya que cada uno se disfrazaba de lo que le venía a la cabeza, como ponerse una chaqueta y el pantalón dándoles la vuelta y un sombrero de espantapájaros, y te echabas un bote con harina y salías a divertirte ya que la gente no se lo solía tomar a mal, pero lo que más llamaba la atención era la vaca romera, que no era otra cosa que dos mozos se metían en un armazón y el de delante llevaba unos cuernos con el que trataban de asustar a la gente, también solía hacerlo un solo mozo.

En la actualidad en Hacinas, que es un pueblo que está a siete km del mío, se celebran unos importantes carnavales donde aparte de la vaca romera sacan también la tarasca (armazón con una calavera de un burro llevado por varios hombres en su interior) porque es típico de ese pueblo, y lo mantienen como seña de identidad.

LA CUARTILLA

La cuartilla, (cuatro litros de vino) era el pago que debía hacer uno a los dieciocho años para ser mozo, si no lo hacía, no se le consideraba mozo, así una vez que la pagabas, se ponía en un corro en la plaza y se lo tomaba con los demás mozos, se cantaban coplillas o se las inventaban con el ánimo que el vinillo les daba.

Esto le daba derecho a estar por la noche en la calle, entrar en la taberna, asistir al baile y sacar a bailar a alguna moza, subir los domingos al coro, que si subías de chico te daban capones los otros, y otros beneficios, como de limpias al monte, participar en la pingada del mayo, y alguna cosa más.

Estos son recuerdos que se me han quedado en mi cuadrícula de los recuerdos.