
Le damos las gracias a Basilides Manso por compartir con los lectores este original juego de su infancia que puede haber desaparecido.
Cuando era niño, hace muchos años de ello, en los pueblos como el mío, sin aparatos de radio prácticamente, ni se conocía el futbol, así que jugábamos a los juegos tradicionales a los que ya jugaban nuestros abuelos. Hoy voy a contarles el juego del quiñe.
Para jugar al quiñe solo hacía falta un palo de unos 5 cm de grosor y suelo blando, lo que le convertía en un juego de invierno. Era muy sencillo y a la vez barato. Se jugaba de dos en dos: el primero lanzaba su palo contra el suelo de forma que quedara clavado, y el segundo jugador lanzaba el suyo con la finalidad de clavarlo pero intentando pegar al otro «quiñe» y arrancarlo. Si conseguías esto, que no era nada fácil, y el tuyo quedaba clavado, era un tanto. El juego a veces duraba mucho tiempo, pero cuando no había escuela se disponía de todo el tiempo mañana o tarde, porque había que comer.