
Carmen Cendón nos descubre la interesante y desconocida figura de Matías López y López, emprendedor gallego, industrial chocolatero, empresario pionero, político y filántropo del siglo XIX. ¡Muchas gracias, Carmen!
Matías López y López (1826 – 1891) nació en Sarriá (Lugo) en el seno de una familia humilde. Vino a Madrid muy joven a trabajar en un obrador que hacían chocolate, compatibilizando su trabajo con estudios mercantiles y de francés en la escuela Progresista de Madrid.
En 1851 con 6.000 reales ahorrados en 9 años de trabajo compra un molino de chocolate en la calle Jacometrezo y establece su primer obrador de chocolate, abriendo más tarde otros obradores en distintas calles de Madrid. En 1853 sus negocios iban bien y se casa con Andrea de Andrés, con el tiempo primera Marquesa de Casa-López.
Fue precursor de técnicas comerciales y de Marketing muy extendidas posteriormente en España. Por ejemplo, dos meses antes de lanzar su marca Chocolates Matías López, envió a varios amigos por las tiendas a preguntar por esa marca, y un mes después él iba a las tiendas como un representante de la marca y lo ofrecía.
Su marca tiene el honor de haber utilizado el primer cartel de publicidad de España, llamado “Los gordos y los flacos”, con ilustraciones pensadas para atraer a gran parte de la población, que era analfabeta.
Viajó por Europa para ver adelantos y máquinas de producción y en 1875 crea en El Escorial una gran fábrica con un innovador sistema de producción a vapor que incrementaba sustancialmente la productividad de los obradores artesanales.
Fue precursor de la Seguridad Social, ya que las condiciones laborales que ofrecía a sus trabajadores eran muy novedosas y ventajosas para ellos.
Con la revolución de 1868 entra en política, primero como concejal del Ayuntamiento de Madrid, en 1872 es elegido diputado a Cortes por su pueblo natal Sarriá y finalmente Alfonso XII le nombra Senador Vitalicio por defender los valores de su tiempo.
Junto con otros empresarios funda el Círculo de la Unión Mercantil, hoy Cámara de Comercio.
A la muerte del empresario en 1891, la compañía facturaba 8 millones de pesetas, daba trabajo a 500 personas y pagaba impuestos por valor 1 millón de pesetas.