
Le damos las gracias a Basilides Manso por compartir este episodio tan desconocido de la historia de Madrid.
El cólera llegó a Europa en el siglo XIX procedente de la India, cuando en occidente no se tenía prácticamente noticia de la enfermedad. Madrid fue entonces escenario de uno de los episodios más vergonzosos de su historia, además de estar directamente relacionado con el cólera: la matanza de frailes de 1834.
Madrid en aquellos años era una ciudad muy particular, tenía 200.000 habitantes amontonados dentro de las murallas, sin agua corriente, los viajes de agua contaminados por los pozos negros que empezaban a abundar, y los rincones de las calles eran aseos al aire libre.
Había muerto Fernando VII dejando heredera a su hija Isabel II bajo la regencia de María Cristina, y la guerra civil habia estallado, entre los partidarios de Isabel y los de su tío Carlos. Esto llevó más emigrantes al ya abarrotado Madrid, abundando los pobres, la delincuencia y mendicidad.
Las autoridades establecieron cordones sanitarios para que el cólera no llegara a la capital pero en julio de 1834 se registraron los primeros casos. Alcalá Galiano cuenta que en julio murieron 3.564 personas y 834 en agosto. Se derribaron chabolas, se prohibió la cría de animales en casa, se expulsó a los sin techo y se limpiaron las calles de basura.
En este clima empezó a correr la noticia de que los frailes habían contaminado las fuentes públicas, porque en muchas personas se presentaba el cólera después de beber agua. El clero apoyaba a los carlistas («Dios, Patria y Rey» era su lema), y durante aquellos días del mes de julio llegaron a Madrid noticias de su triunfo inminente, que llenaron de inquietud a los isabelinos, de ideas liberales y fuerte anticlericalismo.
Todo ocurrió entre la Puerta del Sol, el convento de san Francisco el Grande y las calles de Atocha y Toledo. En el Colegio Imperial 14 frailes fueron asesinados, unos a sablazos y otros linchados, en el convento de santo Tomás en la calle Atocha murieron 7 frailes. En el convento de San Francisco el Grande mataron entre 43 y 50 frailes. El último convento asaltado fue el de san José en Tirso de Molina donde murieron 10 frailes. La respuesta del Gobierno fue 79 detenidos, dos fueron condenados a muerte por robo, no por asesinato, los demás fueron condenados a galeras o presidio y algunos fueron absueltos. Este fue el trágico final del 17 de julio de 1834.