
Basilides Manso nos habla de uno de los mejores alcaldes de Madrid, quien sentó las bases para el desarrollo de una ciudad moderna, ordenada y limpia.
Joaquín Vizcaíno nació en el año 1790, por circunstancias familiares en La Coruña, pero su familia era de Vicálvaro. Se casó en 1717 con Mariana de Pontejos y Sandoval, Marquesa de Pontejos, que era 18 años mayor que él. Estuvo 10 años exiliado en Paris y Londres por sus ideas, aunque no perteneció nunca a ningún partido político.
De regreso a España es nombrado Corregidor de Madrid (alcalde), cargo que desempeñó entre 1834 1836, siendo depuesto por los partidos para jugarse el puesto de Corregidor de Madrid en las siguientes elecciones.
En solo dos años y aplicando lo que había visto en el exilio y ayudado por su amigo Mesonero Romanos realizó importantes reformas que han perdurado hasta nuestros días: puso el centro de Madrid en la Puerta del Sol y organizó la ciudad como la conocemos hoy día: las calles empezaban por la parte mas cercana a Sol o a la vía mas importante que la uniera, estableciendo los números pares a la derecha e impares a la izquierda. Las plazas tenían orden correlativo. También hizo un plano de la ciudad y le dió nombre a las calles. Todo esto acabó con el antiguo sistema de manzanas, que todavía se ve en los letreros de las manzanas en el viejo Madrid.
Empedró muchas calles que eran intransitables, dotándolas de aceras que no existían. Creó un nuevo alumbrado público, mejoró el abastecimiento de agua, organizó la limpieza de las calles y plantó numerosos árboles en paseos y jardines, entre otras muchas mejoras. Creó la Caja de Ahorros de Madrid y fue cofundador del Ateneo y el Casino de Madrid.
En España, como de costumbre, no se le reconocieron sus méritos, pero un periódico inglés publicó: “En España solo tres personas cumplen con su deber: el caudillo Cabrera, el torero Montes y el Corregidor Pontejos”. Murió el 20 de noviembre de 1840 a los 50 años.