
Hemos conversado con María Azucena Vicente Martín, una usuaria muy activa en el Centro de Mayores Reina Sofía de la Cruz Roja. Nos ha hablado de su día a día, sus aficiones, su pasión por la creatividad y su firme determinación de sacarle el mayor partido a lo que considera “su mejor edad”. Esperamos que los lectores disfruten de esta conversación con Azucena tanto como nosotros hemos disfrutado.
Una de las pasiones de María Azucena es la acuarela, le hemos pedido algunas y nos enviado algunos de sus últimos trabajos. ¡Muchas gracias, artista!
¿Nos dices tu edad? ¿cuantos años sumas hasta ahora?
Sí, con mucho gusto, tengo 67 años, aunque me siento mucho más joven.
¿Qué es lo que más valoras de esta etapa de tu vida?
Mi tiempo. El tiempo es oro molido, la vida es un suspiro, y procuro que sea de satisfacción.
¿Y que es lo que se te hace más cuesta arriba?
Nada, absolutamente. Ante una dificultad, tomo aire y me digo a mí misma: ¿Para qué estoy aquí? Para seguir adelante.
Cuéntanos cómo pasas un día cualquiera
Procuro que mis días sean diferentes. Para mí es muy importante organizar el día. Tengo un horario de todos los días de la semana, como cuando éramos niñas. Lunes, martes miércoles… mañana y tarde, y las actividades de cada día varían, por lo que todos los días son distintos. Afortunadamente tenemos muchos temas de interés, nos falta vida para poder gozar de todos.
Por ejemplo, los jueves por la mañana voy a una clase maravillosa que nos despierta y nos enseña a cuidar la alimentación y proteger nuestra salud mediante métodos naturales. Los viernes por la mañana tengo una clase de defensa personal donde lo paso genial aprendiendo a reaccionar de forma efectiva ante una posible agresión en la calle, me hace sentir más tranquila y segura.
Después voy a clase de francés, creo que aprender un idioma es muy útil porque nos ayuda a trabajar el cerebro, a estimular el razonamiento y activar la memoria. Y por la tarde voy a clase de estiramientos, que me hacen la vida más cómoda. Mi cuerpo lo agradece.
Me suelo dejar un par tardes libres para relajarme e ir a un concierto, asistir a una obra teatro, ver a algunas amigas, lo que me apetezca, sin estar sometida a un horario estricto.
¿Cuáles son las aficiones o actividades que más te gustan?
Me encanta la música, hay magníficos conciertos que son gratuitos; el teatro es la vida en un escenario; la naturaleza, mirar al cielo es mi pasión; la escritura, el dibujo, la acuarela; aprender algún idioma es una terapia extraordinaria para nuestra mente.
¿Cómo valoras las relaciones sociales en esta etapa?
Las relaciones humanas son apasionantes, pero muy complejas al tiempo, y debemos seguir aprendiendo a relacionarnos con los demás.
Yo digo abiertamente al mundo: “qué bonito es descubrir a personas que llenan mi vida y me ayudan a caminar”. Me gusta relacionarme cara a cara y no de forma digital. Me gusta ver a la gente de frente, verles la cara. La red es un engaño total, es un puro engaño.
¿Qué te ayuda a sentirte bien?
Me siento particularmente bien con el contacto con la naturaleza, la música y la acuarela. Creo que las materias artísticas permiten un desarrollo mental superior a las técnicas.
¿Pueden las personas mayores ser creativas?
Claro que sí, todos los mayores tenemos creatividad y podemos desarrollarla en nuestro día a día, no solo en actividades artísticas. La creatividad está en todo, no se trata de descubrir la pólvora, está en cómo nos vestimos combinando formas y colores, cómo adornamos nuestra casa, cómo encontramos nuevos hábitos saludables, o cómo descubrimos nuevos intereses y actividades que nos hacen salir de la rutina.
La creatividad es soñar y llevar a cabo nuestro sueño. Y para ello es importante tener la mente abierta y curiosa, ser capaces de observar lo que nos rodea, fijarnos, descubrir cosas en las que no habíamos reparado. Tenemos que aprender a mirar de otra forma, a ejercitar la curiosidad. Y es también esencial atrevernos a sacar lo que tenemos dentro sin preocuparnos por lo que pensarán los demás. Decirnos “¿qué pensará ese de mí?” antes de crear algo es una pérdida de tiempo y energía.
De todo lo aprendido en estos años vividos ¿qué te gustaría trasmitir a los jóvenes?
La importancia de la amistad, el diálogo, escucharse unos a otros, porque así aprendemos mucho de los demás. Les animaría a salirse de vez en cuando de esa maraña que son las redes sociales; los amigos más auténticos son los físicos a los que le ves sus expresiones, los amigos virtuales pueden engañar.
Y también les animaría a que despierten interés por todo lo que les aporte cultura y les enriquezca interiormente: la música, el teatro, el cine y la lectura. Y finalmente, les animaría a practicar algún deporte, porque les ayudará mucho física y psicológicamente.
¿Qué podrían hacer mejor todos los que prestan servicios o ayuda a los mayores (Administraciones, bancos, instituciones humanitarias, etc.)?
Empiezo por el trato recibido cuando vamos al Banco y/o a cualquier otro organismo oficial: el trato humano no se percibe. Dan por hecho que las personas mayores tienen que saber y estar actualizadas con respecto a la tecnología cuando van rellenar cualquier impreso o solicitud. Ha cambiado, y no precisamente a mejor, la escucha y la colaboración con las personas mayores. No se dedica el tiempo necesario ni para explicar ni para escuchar, cuando a veces solo necesitamos que nos escuchen con una sonrisa.
¿Cuáles consideras que son las claves para envejecer de forma saludable?
Pienso que estamos en la mejor edad, con tiempo para hacer miles de cosas. Nuestro estado emocional es importantísimo. Cada persona nos sentimos de una forma especial y es bueno preguntarnos: ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué es lo que me hace sentirme viva?
Yo pienso que tenemos que tener fe en nosotros mismos. Tenemos que trabajar hasta que el cuerpo lo soporte, ser fuertes ante la adversidad y aprovechar y sentir las experiencias bonitas de nuestra vida. Y tenemos que agradecer todo lo que hemos recibido de nuestros padres y antepasados. Como dijo un poeta, “Somos porque ellos han sido”.