Le damos las gracias a Charlie Levi Leroy por compartir este cuento tan emotivo.
SI TE PREGUNTAN POR MÍ, DILES QUE TE AMÉ. Que fui tu luz y tu sombra, el largo camino de la noche al día, la oscuridad luminosa y la claridad obscena. Diles que fui tu voz entre mil voces, tu palabra a veces equivocada y tu anhelo; también tu paisaje cotidiano contrastando con el cierto y los colores inventados de una paleta nuestra. Que fui el libro sin abrir tantas veces leído y la música calma de tu pensar inquieto, tu futuro intuido, presente pasado intemporal y mudo. Fui, además, lo por tus ojos visto, lo que querías ver y lo que he sido. Un árbol de follaje espeso para cobijar tus andares nuevos, unas ramas de olivo centenarias que dieron sus frutos, un invierno crudo y el calor que deseabas. Un temblor primero, un interrogante, una certeza y el vino bebido a sorbos en una copa de amigos. Y por qué no, el aire mismo para que me respiraras en tu ahogo repentino y fugaz, en las huídas con retorno a un abrazo quieto de tiempos y espacios nuestros.
Las mañanas templadas de sonrisas bellas, los atardeceres mágicos de un simple beso que anticipaba el reencuentro. Fui tu alma enredada en la mía, valiente y sin peros, tu voluntad indecisa y tu silencio ajeno. Tu corazón abierto al dolor, tu sangre moviéndose ágil en tu sexo, tu sueño y tu ruego; tu soledad y tu desasosiego y tus dudas y aciertos. La pasión insaciable del amor eterno mirándose en mi espejo, fui tú y fuí yo, fui plural y pluscuamperfecto. La curvatura de tu espalda y la redondez de tus senos, lo oculto y lo profundo, la embriaguez del deseo. Fui tantas cosas que ya no sé exactamente que soy, tú o yo, o una fantasía extraña que invadió mi cuerpo y se quedó allí para que jamás olvide quien eres tú. Si te preguntan por mí, les dirás que te amé y dirás además que nunca estuvimos aquí, porque cuando lo quieran saber ya nos habremos ido.