
Le damos las gracias a Basilides Manso por traernos esta historia tan interesante y poco conocida del reloj más icónico de nuestra ciudad.
Es el sueño cumplido de su constructor, el relojero José Rodríguez Conejero (aunque sustituyó su segundo apellido por Losada, el pueblo leonés donde nació). Exiliado en Londres, se maravillaba del orden y unidad del pueblo británico y soñaba lo mismo para los españoles. Esa unión se empezó a conseguir a partir de 1909, cuando una multitud de madrileños se congregó en la Puerta del Sol bajo su reloj para comer “las uvas de la suerte” el 31 de diciembre y así ocurrió en años sucesivos. La costumbre fue seguida por el resto de los españoles, primero por radio y a partir de 1962 por televisión.
El reloj original era un desastre, tenía tres esferas y no coincidían con la hora ni entre ellas, cada una marcaba una hora exacta distinta. Era para Losada el reflejo de aquella España que quería cambiar.
Se hizo ciudadano británico y en una de sus visitas a Madrid comprobó cómo el reloj de la iglesia del Buen Suceso colocado en la Casa de Correos funcionaba fatal. Inició conversaciones con las autoridades para regalar un reloj a la ciudad de Madrid. En sus tres campanas tienen grabadas la siguiente frase “José Luis Rodríguez Losada a la Villa de Madrid 1865”. El reloj se hizo en Londres, donde tenía su tienda taller, tardó tres años en su fabricación y es uno de los más exactos del mundo. Al fin, el 19 noviembre de 1866 lo inauguró Isabel II. Su precisión es tal que después de casi 160 años solo se retrasa 4 segundos al mes.