
Le damos las gracias a una voluntaria del Centro por compartir este relato tan sustancioso.
Un anciano aristócrata, sintiéndose cada vez más necesitado de ayuda, decidió contratar a un mayordomo. Sus hijos se ocuparon de buscar candidatos y seleccionar a los más adecuados. Examinaron con detalle los estudios realizados, la experiencia acumulada, las cartas de referencia aportadas, los modales, la presencia y la fortaleza física de todos los candidatos. Finalmente seleccionaron a dos de ellos, para presentárselos a su padre y que éste decidiera a quien contratar.
El primer candidato, Alejandro, era un hombre de mediana edad, alto y bien parecido, con estudios de hostelería y amplios conocimientos de alta cocina internacional. Durante muchos años había trabajado en hoteles de lujo de Londres, por lo que hablaba un fluido y elegante inglés. Hablaba también correcto francés, puesto que había pasado gran parte de su infancia y adolescencia en Francia, a donde sus padres habían emigrado. Era un gran aficionado a la música, y tocaba el piano sorprendentemente bien.
El segundo candidato, Damián, habiendo superado todos los requisitos exigidos, no presentaba ninguna característica destacable. Era un hombre rechoncho y con escaso pelo. Habiéndose puesto a trabajar siendo muy joven, no había tenido oportunidad de estudiar. No había salido nunca del país y no hablaba una palabra de inglés o de cualquier otro idioma distinto del castellano. Sus conocimientos de cocina eran los mínimos para la supervivencia. Y sus aficiones, sencillas –lectura, televisión, amigos, fútbol- no le habían proporcionado ninguna habilidad digna de mención.
El anciano mantuvo una larga entrevista con cada uno de ellos. Cuando hubo terminado, sus hijos le preguntaron expectantes que quién era el mayordomo elegido.
– “Damián”, respondió sin titubear.
– “¿Cómo así?” preguntaron sus hijos. “Habíamos pensado que elegirías a Alejandro. A todos nos ha parecido una persona extraordinaria”.
– “Y sin duda lo es”, contestó el anciano. “Pero Damián me hace sentir como una persona extraordinaria”.