
Basilides Manso nos trae un nuevo capítulo muy desconocido de la historia de Madrid. ¡Muchas gracias por enseñarnos tanto!
Bajo la dominación francesa se produjeron en Madrid los terribles efectos que dieron por resultado darle este nombre a este año, el Año del Hambre. Entre septiembre de 1811 y julio de 1812 murieron en Madrid verdaderamente de hambre, alrededor de 20.000 personas. Naturalmente, por mucha férrea disciplina que quisieran imponer a sus tropas el invasor (que no siempre quería) se produjeron numerosos asaltos a establecimientos y tahonas.
Durante los siglos XVIII y XIX los vecinos de Madrid se identificaban por el barrio en que vivían, su ocupación y su vestimenta, diferenciándose cinco tipos: chisperos, majos, manolos, chulapos e isidros.
Los chisperos madrileños formaron una importante comunidad artesanal y social de Madrid. Fueron encontrando asiento en los descampados del barrio de Maravillas (hoy Malasaña), Barquillo y alrededores y lo que hoy sería Chueca, prodigándose fraguas, talleres y modestas viviendas de herreros y artesanos de la forja. Los chisperos, “que arrancaban chispas al dar en el yunque” vestían con chaquetilla ajustada, pantalones hasta la rodilla y calzas, parecidas a las de los toreros.
Los chisperos fueron prestigiosos herreros, torneros, broncistas y cerrajeros. Destacaron por su valentía y arrojo, y fueron clave en la defensa de Madrid durante la invasión napoleónica, ayudando en la fabricación y reparación de armas y siendo heroicos defensores del portillo de Recoletos y de Santa Bárbara en 1808. Fueron también los que con mayor ahínco rechazaron los alimentos ofrecidos por las tropas francesas durante el Año del Hambre.