Los Mayores Cuentan

Blog participativo hecho por mayores para mayores

Boda. Un relato de Mª Luisa Illobre

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Le damos las gracias a Mª Luisa Illobre por este nuevo relato, tan entretenido y ameno. 

Por fin llegó el día. Segundo había soñado con este día desde hacía diez años, pero parecía que cada vez estaba más lejano. Seguía enamoradísimo de Paloma y soñaba que alguna vez llegaría. Y allí estaba, plantado delante del altar esperando a la novia, que no tardaría en aparecer toda de blanco.

El coche de la novia paró ante la puerta de la iglesia, algunos invitados se abalanzaron a besuquearla y finalmente se hizo la triunfal entrada en la iglesia de Santa María. Casi no pudo reconocerla de guapa que iba. Se hizo un silencio y el sacerdote inició la ceremonia. Señor ¡qué larga era! Con un montón de recomendaciones y consejos que él ya sabía, puesto que habían asistido unos días antes a las sesiones pre-matrimoniales en la iglesia.

A continuación hubo una comilona en la que más de un invitado bebió más de la cuenta y que a los novios les pareció eterna. Después, cada uno para su casa. Otra tanda de besuqueos y al final se encontraron en un taxi camino a casa. Por fin solos.

Tomó a Paloma en brazos, ya que en las películas así se hacía y subieron los tres pisos hasta llegar a su casa ¡Caramba como pesaba! Pues los años y los kilos se notaban.

Pero Segundo lo que quería era estar a solas con Paloma. Eran muchos años de pasear con carabina. Se derrumbaron en un sofá cuando el teléfono comenzó a llamar. Era su madre, asustada. 

-Por  Dios, Segundo, ven inmediatamente. Creo que a tu padre le pasa algo. Hace unas cosas rarísimas y balbucea unas palabras que no entiendo.

– Pero, mamá, acabamos de llegar a casa

– Hijo, ven inmediatamente. Tu padre se muere y yo estoy aquí sola porque el hijo que tenía se lo acaba de llevar Paloma… Si ya me lo decían. En cuanto se casan ya no tienen padre ni madre.

Salió disparado en dirección a casa de su madre. Allí estaba ella hecha un mar de lágrimas y el padre tumbado en la cama con un aspecto rarísimo. Lo primero que le dijo era que vaya boda estupenda. El padre entre eructos comentaba que la bebida había sido buenísima quizá un poco fuerte y el cordero asado estupendo, no importaba mucho los buenos euros que él precisamente había tenido que pagar a medias con el padre de Paloma.

Llamó a su madre y le comentó que lo que le pasaba a papá es una borrachera del quince. Debía darle un café cargadito y esperar a que se le pasara la resaca. No se quedó muy convencida ya que “tu padre no bebe nunca”.

Habían pasado dos horas. A la salida hacía una noche preciosa. La luna iluminaba el cielo con un fulgor increíble y la temperatura era ideal. Al pasar delante de un banco se sentó y comenzó a pensar si algún día le pasaría igual. Y si su Paloma se volvería insoportable como su madre.

Encendió un cigarrillo y un dulce sopor le fue invadiendo hasta que notó que tenía los pies mojados. Era el barrendero que le mojaba con su manga regando el parque.

Volvió a casa a las nueve de la mañana. Su mujer había dormido muy bien, pero estaba enfadada ya que su reciente marido la había dejado sola.

El pensó para sus adentros: “Vaya noche de bodas.”