En el año 1666 la ciudad de Londres sufrió un incendio enorme que quemó la tercera parte de las casas incluida la antigua catedral de San Pablo.
Como consecuencia de este desastre empiezan a surgir en Inglaterra y en otros países sociedades de propietarios para apagar incendios o ayudar económicamente a la propiedad por la pérdida.
A España la iniciativa llegó en 1822, cuando Don Manuel María de Goyri (1781-1851) creó la Sociedad de Seguros Mutuos de Incendios de Casas de Madrid, en la que los que formaban parte eran socios y aseguradores al mismo tiempo. La sociedad tenía su propio cuerpo de bomberos con una particularidad: solo apagaban los incendios de las casas propiedad de sus socios. Para poder distinguirlas y no equivocarse empezaron a poner letreros en la puerta de acceso «Asegurada de Incendios» y muchos de esos carteles aún se conservan.
Pero muchas casas no aseguradas quedaban a merced de las llamas cuando se declaraba un incendio. El 1 de Julio de 1891 en la Ribera de Curtidores se produjo un incendio que destruyó 12 edificios, y ello dio lugar a que el entonces alcalde de Madrid, el Conde de Romanones impulsara en 1894 la creación del cuerpo de bomberos de la Villa de Madrid.