Los Mayores Cuentan

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Cacharrería. Un relato de Mª Luisa Illobre

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Le damos las gracias a Mª Luisa Illobre por compartir con los lectores esta historia tan delirante y divertida.

En tiempos pasados existían las cacharrerías. Un negocio donde se podían comprar casi todas las pequeñas cosas necesarias en el hogar. Después vino el TODO A CIEN y prácticamente desaparecieron. Esta familia compuesta de madre e hijo disponía de uno de estos pequeños locales y se decidió cambiar de negocio para poder seguir adelante. A instancias del hijo, altamente afeminado, se instaló “MODERE SU FIGURA”, una tienda donde se vendían fajas y sujetadores, siempre después de una prueba.

En uno de sus paseos la descubrió la esposa del Gobernador de Murcia. Una vez dentro comprobó que estaba muy bien montada y encargó una de las bonitas fajas que estaban expuestas. La señora tenía un peso que se pasaba de lo normal, pero pensó que el encargo lo disimularía. Después de la primera prueba, que resultó que la faja no era lo apropiado, siguió una segunda prueba, y una tercera, hasta que la señora enfadadísima lo comentó con su marido, diciéndole que aquella tienda era un fraude, y que por lo tanto debía desaparecer.

El esposo bastante tenía con atender a todas las infracciones que diariamente le comentaban sus subordinados, por lo que sin apenas hacer caso del histerismo de su mujer, ordenó que aquel negocio fuera declarado nulo y se cerrara sin más. A la dueña del negocio se le concedió una pensión bastante aceptable y el local en poco tiempo quedó reducido a escombros.

En cuanto a su hijo, se negó a aceptar esta resolución por lo que se opuso de forma violenta, enfrentándose a la autoridad, atacando con pies y manos a las personas que se lo comunicaron. Como resultado le condenaron a seis meses de internamiento.

Fue conducido a la cárcel de Carabanchel que disponía de celdas de dos penados juntos. Resultó que su compañero de celda era un sevillano de sus mismas aficiones. Comenzaron una rara amistad que poco a poco se fue convirtiendo en un amor profundo. En la cárcel disfrutaban de una convivencia feliz y para nada deseaban que llegara el día de su liberación. Pero llegó ésta para el sevillano. Se despidieron con un abrazo y quedaron en seguir comunicándose.

Se escribían cartas a diario y después de un mes que le quedaba para salir, el final llegó para el fajero. En la puerta del penal de Carabanchel estaba el sevillano con un gran ramo de flores. Tomaron el AVE y el sevillano le condujo a la casa donde vivía. Se preparó una fiesta flamenca increíble. Acudieron muchos vecinos y amigos de los alrededores y se cantó y bailó hasta el amanecer.

Llevan diez años juntos y todavía el fajero grita: ¡ALABADA LA HORA EN QUE LA GORDA DEL GOBERNADOR ENTRO EN MI CACHARRERIA!